Este 1 de mayo se cumplen 27 años de la muerte de Ayrton Senna acontecida en el Gran Premio de San Marino de Fórmula 1 en 1994. El anticuado y peligroso Autodromo Enzo e Dino Ferrari en Ímola (Italia) fue el escenario del fin de semana más trágico para la Categoría Reina del Automovilismo. De hecho, un día antes del óbito del tricampeón brasileño perdía la vida el corredor austriaco Roland Ratzenberger.

Con motivo de esta emotiva efémeride, repasamos las últimas horas del mito de Sao Paulo, así como le rendimos tributo recordando su trayectoria en el Olimpo de la Categoría Reina.

Un corredor apodado ‘Magic‘ por su increíble estilo de pilotaje al volante de cualquier monoplaza y que protagonizó varias de las mejores carreras de la Historia.

Imbatible a una vuelta contra el crono, estableció una plusmarca de 65 pole positions vigente hasta la llegada del Káiser, Michael Schumacher. Pero, por encima de sus éxitos deportivos, dejó una huella imperecedera en sus millones de seguidores. Su generosidad y compromiso con los más desfavorecidos obtuvo el reconocimiento unánime de sus paisanos que lo adoraban como su héroe nacional.

Obligado a ganar en Ímola

Tras dos abandonos seguidos en el arranque del Mundial (Gran Premio de Brasil y el del Pacífico), y ante sendos triunfos de un jovencito llamado Michael Schumacher, Ayrton Senna llegó a la tercera cita del curso con la necesidad de invertir esa tendencia.

Fichado a golpe de talonario por Frank Williams para su escudería, la cual que había avasallado en 1992 y 1993, el piloto estrella estaba obligado a vencer.

Sin embargo, su monoplaza inglés (FW16) se había revelado como una máquina inestable y nerviosa. De hecho, en más de una ocasión se había quejado de sus reacciones imprevisibles.

La prohibición de las ayudas electrónicas, que habían hecho de sus predecesores (FW14B y FW15C) unos bólidos invencibles, transformaron al FW16 en una bestia indómita. Por si esto fuera poco, su habitáculo resultaba estrecho para albergar el cuerpo del paulista.

Con estos antecedentes, el fatídico fin de semana estaba a punto de arrancar. Durante unos entrenamientos del viernes, su compatriota y protegido Rubens Barrichello sufrió una brutal colisión.

El Jordan que conducía despegó varios metros del asfalto e impactó frontalmente contra unas vallas. Por fortuna, el joven corredor solo sufrió lesiones en un brazo. De inmediato, Ayrton Senna se interesó por el estado de su paisano con el que fue a hablar.

Un día después, el sábado, se produjo el deceso de Roland Ratzenberger. El piloto austriaco perdió el control de su SIMTEK y su propia vida durante la sesión de clasificación.

Senna, conmocionado por lo que acababa de presenciar, se personó con urgencia en el lugar de los hechos. Tras analizar lo sucedido, manifestó la necesidad de suspender la carrera, ya que, consideraba que las condiciones de seguridad del autódromo no resultaban óptimas. Obviamente, su opinión no fue tenida en consideración.

La premoción de Gerhard Berger

Unos años antes de la cita en Ímola 1994, Ayrton Senna había visitado este mismo circuito junto a Gerhard Berger. En 1989, el corredor de Salzburgo había sido víctima de un terrorífico accidente en la Curva del Tamburello.

Por ello, ambos deportistas comentaron la posibilidad de retrasar el muro que limitaba la citada variante. De ese modo, pretendían ampliar el espacio existente desde la pista hasta esa pared de hormigón.

Sin embargo, comprobaron que por allí discurría un riachuelo, el cual impedía la posible obra. Berger, sin saber el valor premonitorio de sus palabras, le dijo a Ayrton Senna que algún día alguien perdería la vida en ese punto.

El presentimiento de Ayrton Senna

Regresando al sábado 30 de abril de 1994, Senna quedó conmocionado por la fatalidad de Ratzenberger. De hecho le confesó a Sid Watkins, médico de la F1 y amigo suyo, sus temores.

Tenía un mal presentimiento para la carrera. Watkins le instó a que se retiraran juntos de la Fórmula 1. Tratando de convencerle, le recordó que lo había ganado todo y que no tenía nada que demostrar.

A pesar de esta conversación, Senna continuaba angustiado. Así, antes de acostarse telefoneó a su madre y a su novia para transmitirles su preocupación. Ambas le sugirieron que no participara en la carrera.

Sin embargo, la respuesta del piloto fue que debía competir, ya que se trataba de su obligación. Como hacía habitualmente al ser un profundo creyente, leyó un pasaje de la Biblia y se durmió rodeado de sus temores.

El fatídico día

Inmerso en ese estado de ánimo y más tenso de lo habitual, Ayrton Senna tomó la salida desde la pole position. De nuevo, un mal presagio nada más apagarse las luces verdes del semáforo.

Una brutal colisión entre dos coches obligó a la intervención del safety car, un ¡Fiat Tempra! Entonces, el pelotón de monoplazas comandado por Ayrton Senna rodó a muy baja velocidad durante varias vueltas detrás del coche de seguridad.

Los pilotos se quejaron de ello por radio, ya que la temperatura de los neumáticos había caído de un modo drástico poniendo en peligro el agarre de los monoplazas.

En esas condiciones se reanudó la prueba. El reloj marcaba las 14:17 (hora peninsular española) cuando en la séptima vuelta sucedió algo inesperado. El bólido azul y blanco continuó recto en la Curva del Tamburello camino de la leyenda y la inmortalidad.

Su corazón dejó de latir oficialmente a las 18:40 en el Hospital Maggiore de Bolonia donde había sido trasladado en helicóptero desde la propia pista del circuito. Acababa de desaparecer el que para muchos ha sido el mejor piloto de todos los tiempos.

La noticia supuso una tragedia en Brasil donde estaba considerado un ídolo nacional. No en vano, desde sus inicios en la Fórmula 1 Ayrton Senna había comenzado a ondear la bandera de su nación para festejar cada victoria.

Este gesto conquistó el corazón de sus paisanos en una época en la que estaban sumidos en una gravísima crisis económica y social. En el resto del Planeta, así como en el paddock, su óbito también generó un profundo dolor.

La trayectoria de Ayrton Senna en la F1

Durante once temporadas en la Categoría Reina, compitió para las escuderías Toleman, Lotus, McLaren y Williams. Con ellas participó en 161 Grandes Premios, firmando 41 victorias (25,47%), 65 pole positions (40,37%), 19 vueltas rápidas (11,80%) y 80 podios (49,69%). Dichas estadísticas le permitieron proclamarse Campeón del Mundo en 1988, 1990 y 1991 con la formación de Woking.

Al margen de sus brillantes estadísticas, el estilo de conducción de Ayrton Senna, agresivo y valiente, dejó una huella imborrable. Dotado de un talento natural indiscutible, protagonizó algunas de las maniobras más brillantes de la Categoría Reina, especialmente bajo la lluvia.

Capaz de frenar más tarde y de rodar más rápido que el resto, encontró nuevos límites a las Leyes de la Física. Perfeccionista y competitivo al máximo, la victoria era su única meta. “El segundo es el primero de los perdedores”.

Dotado de un talento extraordinario, convirtió Mónaco, uno de los trazados más exigente del mundo, en su particular feudo. Allí, en las calles del Principado venció en seis ocasiones, estableciendo un récord que a día de hoy permanece imbatido. Esa fue solo una de las múltiples plusmascaras que estableció en el Gran Circo un corredor tocado por los dios de la velocidad.

Feroz competidor, ‘Beco’ protagonizó duelos legendarios con adversarios como Alain Prost, su mayor enemigo deportivo, o Nigel Mansell. Sin embargo, fuera del asfalto resultaba una persona sensible y generosa. “No puedo vivir en una isla de prosperidad rodeado de un mar de miseria”.

Siempre dispuesto a ayudar a los más desfavorecidos, se ganó el corazón de sus compatriotas. Por todo ello, miles de aficionados le recuerdan hoy, un cuarto siglo después de su fallecimiento. Sempre, Senna. No te olvidamos, Campeón.

Imágenes: Wikipedia.