Los vehículos más frikis del Dakar: locuras rodantes

El rally más famoso y duro del mundo representa un desafío extremo para todos sus participantes. Sin embargo, algunos de ellos han llevado un ‘poco lejos’ el concepto de competición y el espíritu aventurero en la legendaria prueba.

Así lo demuestran los vehículos más frikis del Dakar, unos artefactos mecánicos que han pasado a la Historia por sus diseños, digamos, extravagantes. Sus pilotos aceptaron el reto del mítico raid aportando un toque de originalidad, imaginación… y humor.

La alineación de estos autos locos está compuesta por una Vespa P200E, un Citroën 2 CV de 1963, un Renault 4L, un Rolls-Royce Corniche 4WD y un Toyota 4×4 modelo freidora de patatas. Evidentemente, no han formado parte de los mejores duelos del Dakar, pero sí fueron campeones a su manera.

El Renault 4L de los Hermanos Marreau

La primera edición del Dakar celebrada en 1979 contó con la presencia de los hermanos Claude y Bernard Marreau. Esta valiente pareja se puso al volante de un Renault 4 L, popularmente llamado 4 latas.

Concluyeron en quinta posición de la General y segundos en la de coches. Encantado con la experiencia, Claude regresó un año más tarde para mejorar el resultado anterior. Acabó tercero.

La Vespa P200E y cuatro valientes

Competir en la carrera más exigente del planeta constituye un desafío hercúleo; hacerlo con una moto, es aún más extenuante. Entonces, ¿cómo definir si se recorren sus ¡10.000 km! por Argelia, Níger, Malí, Mauritania, Burkina Faso y Senegal con una Vespa P200E en 1980?

Pues, habría que preguntárselo a Marc Simonot y Bernard Tcherniavsky y a otros dos osados. El cuarteto tomó la salida a bordo de dichas monturas en 1980, segunda edición de la prueba. Y aunque parezca increíble, Marc y Bernard vieron la bandera a cuadros en el Lago Rosa. Simplemente, heroico.

Un Rolls- Royce 4X4… ficticio

Durante una comida entre un grupo de amigos donde estaba Thierry de Montcorgé, Jean-François Pelletier dijo que estaba harto de las continuas averías de su Rolls-Royce. Ante las quejas, le propusieron al acaudalado propietario destruirlo en el desierto.

Parecía una broma… que al día siguiente tomó cuerpo. Conscientes de que la mecánica del lujoso vehículo no resistiría la dureza de la prueba, buscaron una solución.

 

Instalaron la carrocería de dicho automóvil sobre el chasis de un Toyota 4×4. Con el apoyo económico de la firma Christian Dior, quien publicitó en la chapa del coche su nuevo perfume varonil Julius, tomaron la salida desde la Plaza del Trocadero en París, enfrente de la Torre Eiffel. El resto de inscritos allí presentes no daba crédito.

Durante una de las etapas, y cuando rodaban en decimoquinta posición, sufrieron un accidente contra un camión en Burkina Faso. El percance les provocó un importante retraso, llegando veinte minutos fuera de tiempo máximo permitido por la organización.

 

No obstante, el director de carrera, Thierry Sabine, les permitió continuar en carrera, -tuvieron que tachar el dorsal- pero sin competir. Su hazaña dio la vuelta al mudo y su llegada en Dakar fue espectacular, escoltados en su paseo triunfal por tres aviones de combate.

 

 

La marca que apostó por ellos, Christian Dior, fue la gran vencedora. Recuperó la inversión multiplicada por treinta. Al aparecer el nombre de su fragancia apareció en los informativos de todo el mundo.

Por el contrario, a Rolls-Royce no le satisfizo la experiencia. Después de la aventura, recibió un aluvión de pedidos de compra para un modelo que, simplemente, no existía.

Un Citroën 2CV de 1963

Miembros de un club de fans del Citroën 2CV emprendieron un romántico proyecto. Pensaron en homenajear a su coche favorito disputando el raid con uno de esos modelos.

 

 

Tomaron como base una unidad ¡de 1963!, a la que reforzaron su chasis y suspensiones. Además le acoplaron sendos motores del Citroën Visa, elevando su potencia hasta los 100 CV. Por desgracia, la travesía terminó en la cuarta etapa de Uarzaqzat.

 

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Esta localidad marroquí es conocida por considerarse la entrada al desierto. Unos problemas en la suspensión trasera le dejaron fuera de combate a este simpático coche apodado Bi-Bip.

Una freidora de patatas rodante

Como postre a este menú, hemos reservado una auténtica obra de arte… abstracto. Porque entre los vehículos más frikis del Dakar nada ha superado a un Toyota Pick-up en 2009.

El 4×4 de la empresa Ch’ti Friterie incorporaba en su espacio de carga un puesto callejero de patatas fritas. Su tripulación, liderada por Hervé Diers, se hizo muy popular entre la caravana del rally.

 

 

No en vano, tras la finalización de cada jornada, obsequiaban a los participantes con su producto estrella. Y aunque sea lo de menos, concluyeron en el puesto 58º, arropados por el cariño -glotón- de los competidores. Indudablemente, se considera uno de los  vehículos más frikis del Dakar.

Imagen portada: Autor desconocido.

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