MotoGP: Marc Márquez acaricia el Mundial en Aragón y su pacto con la historia

Aragón y una carrera espectacular dictaron este fin de semana la sentencia casi inevitable del Mundial de Moto GP. Salvo giro muy imprevisto de los acontecimientos, Marc Márquez será el campeón. Su victoria de ayer en el suelo de Alcañiz amplía a 52 la distancia en puntos respecto a Valentino Rossi, que fue tercero; y a 66 la mantenida con Jorge Lorenzo, con sólo ya 100 todavía en juego. A falta de sólo cuatro carreras permite poner en marcha la calculadora para fijar la fecha del desenlace.

Por poder, Marc puede ser campeón en el Gran Premio de Japón, próxima cita del calendario, aunque la combinación aún suena compleja: deberían darse al mismo tiempo un triunfo del catalán, un decimocuarto puesto o peor de Rossi, y una clasificación de Lorenzo fuera del podio. Cumplir la primera premisa ya sería de por sí un golpe de autoridad, ya que Márquez nunca ha ganado en Motegi (segundo en 2013 y 2014, cuarto en 2015), pero unirlo a los resultados que deberían hacer sus rivales hace que la combinación suene improbable. Más posible en Phillip Island, dentro de dos carreras.

La cuestión sin embargo es que, más que los números, son la dinámica y las sensaciones las que apuntan a la entrada de Márquez como el piloto más joven en ser tres veces campeón de MotoGP. En Alcañiz fue una buena prueba: la recuperación rabiosa de una mala salida, y de nuevo en lo sucesivo tras un error que le llegó a poner quinto por momentos. A Lorenzo llegó a pedirle perdón en un arriesgado adelantamiento, y también dejaría atrás a Rossi aprovechando uno de sus dos únicos errores en carrera. El italiano firmaba una carrera completa y sólo le valía para una tercera plaza, superado por Lorenzo en una curva que le quedó demasiado larga; un último error que seguramente valga un Mundial.

Igual que Doohan

Marc Márquez igualó de esta forma a Mick Doohan en 54 victorias en el Mundial, y ya es el sexto de la historia, un hito alcanzado con sólo 23 años y que hace pensar en la posibilidad de tocar a largo plazo los hitos de Giacomo Agostini (122) y el propio Valentino Rossi (114).

El piloto de Cervera sigue además creciendo y madurando, hacia un estilo más conservador (en el buen sentido), sabiendo domar la agresividad de sus primeros años y los tiempos en la gestión de carrera. Su implacable dominio del presente Mundial, y sobre todo el autoritario control ejercido sobre el propio Rossi, puede quedarse como mínimo en una llamada a la competencia más activa que nunca para el futuro, o quizás al desarrollo de un gobierno férreo de años.

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