Por H. Mayor – foto: f1.com | El Mundial 2017 de F1 ya tiene dueño. A falta de dos carreras, Lewis Hamilton añade el cuarto capítulo para su historia personal y de la competición, se inscribe al lado de Vettel y Prost y ya sólo mirando desde abajo a Michael Schumacher y Juan Manuel Fangio. En México se materializó lo que ya se daba por hecho, aunque aún con tiempo de servirse del contexto de otra carrera fuera de guión previsto, de nuevo seña de identidad de un Mundial apasionante y lleno de sorpresas como hacía tiempo.

Lewis Hamilton sigue ampliando su particular leyenda, dejando lejos el sinsabor del año pasado. Acaba con enorme suficiencia un año que empezaba complicado y en el que se llegó a ver 25 puntos por debajo de Vettel allá por mayo al término del Gran Premio de Mónaco. La evolución desde entonces ha sido escalofriante: siete victorias en los doce premios sucesivos y una sensación de crecimiento imparable al que los renacidos Ferrari han asistido al final como espectadores en primera fila.

El rol de Bottas ha sido también digno de resaltar, trabajando por él y evitando la reedición de un final cuerpo a cuerpo entre pilotos del mismo talento como fue Rosberg. En Maranello queda la percepción en el presente de un año que podía haber sido más, y a futuro del que quizá pueda ser el inicio de una nueva etapa de equilibrios (el trabajo que viene ahora en invierno será fundamental). Los terceros en discordia, Red Bull, contrastan la sensación de haber tocado techo con la explosión sin límites de su joya holandesa.

Fuera de guión

De vuelta a México, cualquier previsión saltó por los aires con la primera vuelta en territorio azteca. Un Vettel a la desesperada por apurar sus últimas opciones choca con Verstappen (saltan partes del alerón) y deja un toque también a Hamilton durante el movimiento. Todo el panorama cambia desde ahí, y los dos aspirantes pasan a luchar en la zona intermedia del pelotón, esta vez sin margen de recuperación. Max Verstappen salía reforzado hacia una victoria sólida e incontestable (quizá antesala del futuro que viene) y Valtteri Bottas, una vez más, haría de forma excepcional su papel de muro para los rivales.

Vettel ya no se recuperaría tras su paso por boxes para reparar. Aguantaría hasta alcanzar el cuarto puesto en una carrera partida y de nada le valdría el bajón de Hamilton hasta el noveno. La parte poética del día que el británico levantó el título queda seguro para esos tramos de lucha abierta con Fernando Alonso, recuerdos de otros tiempos de máxima rivalidad.