por H. Mayor – foto: motogp.com | Con el vendaje como acompañante en la pierna, la sonrisa en el rostro y el ok de los médicos para correr en el bolsillo, Valentino Rossi comparecía en la rueda de prensa de previa del Gran Premio de Aragón para confirmar lo que parecía una quimera. Este fin de semana correrá. Lo hará con dolor, en un test prácticamente sobre la marcha, sin grandes expectativas de resultado. Sólo por la pura motivación de correr. Ese fue otro de los puntos clave de su comparecencia: cree que el Mundial es ya cosa de tres (Márquez, Dovizioso, Viñales), él mismo se autodescarta de la lucha.

«Ahora puedo andar sin la muleta, el movimiento de la rodilla y el tobillo pinta bien, tiene hasta buen color, la medicina ha cambiado mucho en estos años y cualquiera puede recuperarse antes. En la lesión de 2010 pasé cinco o seis días muy mal, y en esta ocasión al día siguiente ya estaba en casa. Ahora ha sido fácil pasar el test para correr en Aragón», comentaba Rossi con respecto a la evolución de su lesión. Está «feliz» de intentar este regreso prematuro, aunque admite que estará muy lejos del 100%. Le sigue doliendo al correr, especialmente en cambios de dirección o en las curvas a la derecha, y por eso es consciente de que va a ser una carrera muy complicada. «Está claro que no seré rápido al máximo, un buen objetivo para la carrera es acabarla, quizá sumar algún punto».

Este fin de semana se verá lo que El Doctor es capaz de dar de sí sobre su Yamaha. Aunque algunos mencionan la idea de un regreso tan prematuro para apurar las últimas opciones por el Mundial, él mismo lo descarta: «No, mi vuelta no tiene que ver con el campeonato». El trío de cabeza, en efecto, parece demasiado lejano ya para el margen de puntos que queda. Otra cosa es la mezcla de una competitividad innata y el poder aprovechar para ir testeando con miras a futuro. Rossi tiene 38 años, pero aún cuerda para rato.