Por Quique A. Martínez / (fotos: formula1.com)

En este Mundial de dinámicas, la terrible suerte de Hamilton en Malasia se adscribe a su lista de infortunios que crece sin parar desde el regreso del verano, dejando en un recuerdo lejano cuando todo era a la inversa antes del parón estival, cuando superó a Rosberg como líder del Mundial, cuando le endosó varios triunfos consecutivos y le trasladó una impresión de enorme suficiencia.

Al Hamilton actual, en cambio, su motor le dice basta a menos de un tercio de carrera para el final, cuando domina holgadamente y su rival directo (y compañero de equipo) camina por el fango después de una dramática salida. Lo que iba a ser el golpe de efecto para poner la general en un puño excitante acabó con el británico cabeza gacha camino a boxes, y minutos después el líder sonriendo desde el cajón más bajo del pódium. Otro puñado de puntos para abrir la brecha hacia el título.

Verstappen, 19 añitos recién cumplidos y una fama que muchos ven de temerario, alucinaba con la salida que marcaba buena parte de la carrera: “Vettel se ha tirado a por Rosberg como un idiota”, decía por radio. Fue en la primera curva de la carrera cuando los dos alemanes se tocaron, quedando el Mercedes del líder mirando al tendido y al Ferrari de su compatriota fuera de la pelea. Hamilton metió la directa y puso el ritmo de la carrera, seguido de los Red Bull que no se despegarían de la zona noble y acabarían siendo los grandes triunfadores de la jornada.

Guión por lo aires

El británico dibujó desde ahí una actuación sólida de las que acostumbra, manteniendo a ralla a sus perseguidores y rumiando el golpe a un Rosberg que se enzarzaba en el congestionado tráfico de la zona intermedia. Un guión que saltó por los aires en la vuelta 40 del horno malayo, cuando su motor dijo basta: manos al casco de desesperación, camino de lamentos hacia el taller.

Ricciardo se alzó con el triunfo final y matemáticamente ya es el único capaz de discutir el título a los Mercedes (un extremo harto improbable, en cualquier caso). Le siguió un Verstappen que tras libras por los pelos en ese encontronazo del principio, estuvo firme en el tercero toda la mañana. Por detrás, Rosberg aprovechó la coyuntura hacia un enorme final, adelantamiento loco incluido a Raikkonen que le costó una sanción de 10 segundos que al final no le costó un podio que sabe a gloria: 23 puntos sobre Hamilton, casi una carrera, cuando ya sólo quedan cinco.

Excepcional Alonso

La otra gran noticia la puso Fernando Alonso. Algo ha cambiado en los McLaren, y más cuando se pone en manos del asturiano: una carrera excepcional, de puro coraje y talento, para remontar desde atrás hasta el séptimo puesto y clavarse décimo del mundial (42 puntos). El asturiano exprimió al límite un monoplaza que parece al fin competitivo, falta ahora ver su margen de crecimiento en lo que queda.