Nunca antes Nico Rosberg había ganado en Japón, pero este año, este momento actual, es distinto. El Gran Premio de Suzuka resumió de forma muy clara el desenlace de este Mundial, teñido ya sin duda de acento alemán salvo giro más que inesperado de los acontecimientos. El líder volvió a estar sólido y su perseguidor (y compañero) británico remitido a una carrera de coraje, garra y talento para enmendar otro fallo letal en la salida. Remontadas espectaculares sobre el asfalto pero que ya no valen para las grandes cotas. Lewis Hamilton podría ganar las cuatro carreras que faltan y no ser campeón del mundo, el margen matemático se le cierra casi hasta la asfixia. 

Con este último golpe (que sirvió a Mercedes para garantizar el Mundial de Escuderías), la distancia entre Rosberg y Hamilton es ya de 33 puntos, con sólo 100 por disputarse. El alemán, que acumula ya cuatro triunfos en las últimas cinco carreras desde que el Mundial regresó de las vacaciones de verano (auténtico punto de inflexión), podría incluso quedarse sin puntuar en Austin y seguir siendo líder. «Las matemáticas no cuentan, Lewis va a luchar y va a ser bonito», valoraba en Suzuka al término de la carrera, que una vez más gobernó de principio a fin.

Como un perfecto resumen de lo acontecido para llegar a esta situación, Hamilton sepultó sus opciones con una penosa salida, acentuando su enorme talón de Aquiles este año. Se quedó clavado y se enfrentó a una nueva remontada, partiendo de la octava posición: peleó toda la mañana, fue adelantando rivales, incluyendo a un Vettel que hundió sus opciones de podio en una nefasta estrategia, y cesó su crecimiento al topar con un Verstappen que defendió su segundo puesto con uñas y dientes.

Mal los McLaren

Con Hamilton enfangado y sin poder pasar finalmente del tercero, una vez más Rosberg firmó en solitario un triunfo de solidez y sin errores, exprimiendo una vez más las bondades de su Mercedes y acariciando el Mundial. En lo que vino después, el hundimiento de los McLaren, un rendimiento pésimo de vehículos que prometían otras esperanzas sólo una semana atrás, dejaba a Alonso y Button en el vagón de cola. 

Dos semanas para Austin, aún sin espacio para las matemáticas pero sí para confirmar tendencias.