60 años de una gesta única en la Fórmula 1

El 12 de diciembre de 1959 se consumó en el GP de Estados Unidos disputado en Sebring (Florida) una de las mayores hazañas en la Historia de la Fórmula 1. Aquel día, del que hoy se cumplen sesenta años, el piloto australiano Jack Brabham protagonizó una actuación irrepetible, única y épica. El corredor aussie no ganó la carrera decisiva de la temporada.

De hecho, ese honor le correspondió al neozelandés Bruce McLaren, quien estrenó su palmarés de victorias en la Categoría Reina. Para más inri, Brabham ni tan siquiera finalizó en las posiciones del champán. Sin embargo, su gesto conmovió al público que le vitoreó a la conclusión de la cita. Pero, ¿qué había logrado este piloto para ser aclamado por la multitud como un ídolo?

 

 

Todo comenzó a la salida de la última curva de la carrera. En ese punto del trazado, el Cooper-Clímax del australiano se detuvo por falta de combustible cuando rodaba líder. Había acariciado un título que súbita y cruelmente se le escapaba de las manos.

Porque apenas una recta antes de la gloria, la diosa fortuna se la había negado. De ese modo tan cruel parecían haberse esfumado sus opciones de coronarse. Conscientes de la tragedia deportiva que estaban presenciando, las gradas enmudecieron.

Un gesto heroico que cambió el destino

Actuando como solo lo hacen los héroes en estas circunstancias, Jack Brabham decidió revelarse contra el destino. Rendirse no resultaba una opción. Se bajó del coche con la intención de empujarlo hasta la bandera a cuadros. Y con mucha decisión, inició la hercúlea tarea. El público, que se apercibió de sus intenciones, comenzó a jalearle.

Sin embargo, en un principio a duras penas consiguió ponerlo en movimiento. Su rostro reflejaba el esfuerzo extremo al que estaba siendo sometido todo su cuerpo. Primero consiguió desplazar el bólido unos milímetros; después unos centímetros; y por fin, avanzó metro a metro. Se trataba de una lucha agónica contra el tiempo y contra los contrincantes.

 

 

El rugir de los monoplazas rivales indicaba la proximidad de los enemigos dispuestos a arrebatarle una corona que pareció suya hasta unos instantes previos. Pero, Jack Brabham estaba obligado a puntuar para alzarse con su ansiado primer Mundial. Y eso solo sería posible si concluía ¡entre los cinco primeros! Los instantes en los que recorrió el trecho que le separaba de la leyenda se hicieron eternos. El tiempo parecía haberse detenido. Sobre la pista de libraba una batalla épica de un hombre frente a su adversidad y destino. Mucho más que una simple competición.

Superado casi en la línea de meta

En esa agónica situación, comprobó cómo primero le superaba el coche (Cooper-Clímax) número nueve de Bruce McLaren. El neozelandés se adjudicaba su triunfo número 1… con algo de fortuna. Tan solo 0,6 segundos más tarde, también le adelantaba Maurice Trintignant, segundo. Mientras, rumbo a la leyenda, Brabham apenas podía mantenerse en pie. Para aumentar el dramatismo, se vio adelantado casi sobre la línea de meta por Tonny Brooks, rival de Ferrari por la corona.

 

 

Apenas unas milésimas después cruzaba las puertas del Olimpo Jack Brabham. Finalizó cuarto, suficiente para alzarse con un Mundial con sabor a epopeya. Exhausto por la tensión emocional y por el esfuerzo físico, cayó al suelo tras recibir la bandera a cuadros. Rodeado por una multitud que le aclamaba, este Ulises contemporáneo no podía articular palabra. No en vano había protagonizado una odisea similar a la del homérico y literario personaje.

Un palmarés estelar

Para demostrar que ese título no lo había logrado por azar, Jack Brabham lo revalidó al año siguiente, sumando su tercer y último cetro en 1966, aunque estos otros dos, de un modo menos angustioso que el primero. Durante trece temporadas en la Fórmula 1, Brabham participó en 123 Grandes Premios, sellando 14 victorias, 31 podios, 13 poles y 12 vueltas rápidas.

Cabe destacar que sus cualidades fueron más allá del pilotaje. Considerado un extraordinario mecánico, fundó su propia escudería. Con ella certificó seis coronas, dos de Constructores (1966 y 1967) y cuatro de Pilotos (1966, 1967, 1981 y 1983).

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